El 17 de mayo de 2018 la Comisión Europea envió a España un dictamen motivado instando a no autorizar más capturas de aves fringílidas silvestres para enjaular por su canto (práctica conocida como “silvestrismo”). Dio como plazo dos meses antes de enviar a nuestro país a los tribunales por incumplimiento de las directivas europeas. Para Bruselas no hay dudas: nueve comunidades autónomas (Región de Murcia, Comunidad Valenciana, Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia, La Rioja y Madrid), además de Ceuta y Melilla, han incumplido las obligaciones derivadas de los artículos 5 (protección general de las aves), 8 (captura masiva, uso de redes) y 9 (régimen de excepciones) de la Directiva Aves. Como respuesta algunas comunidades, como Murcia, Castilla-La Mancha y Andalucía, han anunciado el cese inmediato de esta actividad. Por el contrario, la Comunidad de Madrid ha decidido continuar dando autorización a la captura de miles de pájaros este año también. Una irresponsabilidad manifiesta que seguramente pagaremos entre todos, en lugar de los auténticos infractores.
Por esta razón, he registrado una Proposición No de Ley en la Asamblea de Madrid en la que solicito el cese inmediato de las capturas de fringílidos en la Comunidad de Madrid, dando así cumplimiento efectivo a la Directiva de Aves en la región.
Según los datos oficiales de la propia Consejería, entre 2010 y 2016 se enjaularon en Madrid un total de 205.401 pájaros por parte de unos 1.500 «aficionados». Más de 130 pájaros por persona en siete años… No he conseguido aún los datos correspondientes a 2017 porque parece que no les he concretado bien la petición (los años anteriores sí que entendieron a la primera lo que les pedía). En todo caso, de esas más de 200.000 aves, 125.760 fueron jilgueros, 54.280 pardillos y 25.361 verderones, las tres especies que se han venido autorizando por parte de la Consejería. Además se soltaron tras su captura otras 17.266, supuestamente por no ser del gusto de los «aficionados». Esto son las cifras «legales», pero por supuesto existe un furtivismo asociado que se refleja en decenas de denuncias por todo el territorio y decomisos de pájaros capturados ilegalmente todos los años, incluidas especies no autorizadas como el verdecillo o el lúgano, como demuestran los registros de entrada de los centros de rescate de fauna de la Comunidad.
En pleno siglo XXI no se puede permitir que aves silvestres sean enjauladas de por vida por supuestos “aficionados” a su canto. Aparte de los canarios domésticos y otras aves criadas en cautividad, siempre se puede recurrir a oír discos o ver documentales; o aún mejor a observarlas y escucharlas en el campo, en libertad, que es donde deben estar.