Artículo publicado en La Mirada Común el 9 de febrero de 2019
Últimamente se ha escrito bastante sobre el fenómeno electoral de la “ola verde”que en algunos países europeos se ha contrapuesto al avance de los partidos de extrema derecha. Ha sido el caso reciente de Baviera, Holanda o Bélgica, donde los partidos verdes han ejercido de alternativa progresista, moderna, europeísta y cosmopolita frente a los viejos postulados de la xenofobia nacionalista y euroescéptica.
La última expresión de esta “ola verde” la está protagonizando la juventud de estos mismos países, bajo la forma de protestas estudiantiles por la falta de acciones gubernamentales en la lucha contra el cambio climático. Es el caso de miles de estudiantes de secundaria de Bélgica, Francia y Alemania. En Bruselas llevan tres semanas haciendo huelga todos los jueves, implicando a decenas de miles de alumnos en varias ciudades del país que exigen medidas urgentes a los gobiernos de turno en una inédita huelga por el clima, con la grave acusación de fondo al mundo adulto y en especial a los políticos de que “nos estáis robando el futuro”.
Todo empezó con la emocionante intervención de la joven sueca de 16 años Greta Thunberg en el plenario de la Conferencia de Cambio Climático de Katowice(Polonia) el pasado mes de diciembre. Ahora acaba de advertir en el Foro de Davos que “nuestra casa está en llamas”:
-Los adultos siguen diciendo: “se lo debemos a los jóvenes para darles esperanza”. Pero no quiero su esperanza. No quiero que sean optimistas. Quiero que se asusten. Quiero que sientan el miedo que siento todos los días. Y luego quiero que actúen.-
“Quiero que actúen como lo harían en una crisis. Quiero que actúen como si nuestra casa estuviera en llamas. Porque lo está”
La juventud europea está tomando conciencia de que el desafío más
grande de la Humanidad es el cambio climático, y ha empezado a protestar en la calle porque “¿para qué queremos estudiar en el colegio si no vamos a tener un futuro?”. Es una interpelación directa a los poderes públicos que no están tomando las medidas valientes que son necesarias y que nos reclaman los científicos.
A algunos les puede sorprender esta reacción estudiantil, pero lo cierto es que, como dice Greta, casi más que las catástrofes que acompañan el cambio climático, asusta la pasividad con la que los gobernantes están afrontando este gran reto de nuestro tiempo. Un problema de dimensiones planetarias, sí, y que necesariamente conlleva acciones internacionales complejas, pero en el que todos y todas tenemos el deber de empujar para poder cambiar el modelo autodestructivoen el que vivimos.
¿Y en España? Pues seguimos esperando que los sucesivos Gobiernos y partidos políticos se tomen en serio el cambio climático. Por no tener, seguimos sin tener una ley de cambio climático, a pesar de los esfuerzo de los diputados de EQUO-Unidos Podemos en el Congreso. La sensación de los pocos que defendemos en las instituciones que existan leyes y planes de lucha contra el cambio climático, que llevamos propuestas y asistimos a los debates con otras fuerzas políticas y con la industria, es de que todo el mundo se mueve a cámara lenta, con la honrosa excepción de algunos ayuntamientos del cambio como Valencia, Barcelona, Madrid, donde se dan pasos en la buena dirección, aunque con muy poco soporte por parte de las administraciones con mayor responsabilidad en esta materia. Mientras, Groenlandia se derrite, el lago Michigan se congela, y las catástrofes climáticas crecen en número y en intensidad en todas las latitudes.
Espero que esa ola verde juvenil que sacude Europa llegue pronto a nuestro país, uno de los que va a ser más duramente afectado por el cambio climático según los expertos. Nos va a hacer falta ese impulso juvenil para contrarrestar el negacionismo al que la extrema derecha va a intentar arrastrar al Partido Popular y a Ciudadanos. Tampoco le va a costar mucho, a la vista de las reacciones de los políticos de estos partidos ante proyectos como Madrid Central, que no hace más que poner negro sobre blanco la necesaria reducción de vehículos contaminantes en nuestras ciudades.
Ojalá nuestros jóvenes tomen la conciencia que los adultos han perdido y
nos pongan las pilas.