Llevemos a Juantxo al Congreso

JuantxoHabía una vez un ecologista que después de dedicar más de veinte años de su vida a poner en pie la mayor organización ambiental de su país, dar cien mil batallas con políticos y periodistas, y sufrir incluso una temporada de cárcel por ello, decidió sacrificarlo todo para iniciar un nuevo proyecto, un proyecto político verde, que llevara las luchas ecologistas a las instituciones. Pensábamos que era un sacrificio calculado, él y los ilusos ilusionados que lo pusimos en marcha, pero se demostró que el sacrificio era mucho mayor y más duradero de lo previsto. Pero esa valiente decisión, tuvo la virtud de embarcar en el proyecto a muchos cientos de personas que querían un país y un planeta mejor para ellas y para sus familias, que se vieron atraídas por la generosidad y honestidad que ese paso de Juantxo López de Uralde suponía.

No es fácil, os lo aseguro, dejar la confortabilidad de la dirección ejecutiva de una de las organizaciones más prestigiosas de tu país, para dedicarte a la política, sin tener nada asegurado, ni siquiera un salario que llegue a parecerse al que estabas recibiendo hasta entonces. Menos aún si eres padre de familia, tus hijos van al colegio, e incluso uno de ellos tiene problemas especiales. Lo arriesgas todo, porque la política, efectivamente, es una actividad muy dura, que exige una dedicación prácticamente exclusiva, que absorbe prácticamente todo tu tiempo, y en la que además encuentras muy pocos amigos y muchos enemigos y adversarios. Pero piensas que ese sacrificio personal merece la pena, porque el objetivo realmente es importante. Ya se sabe que los ecologistas tenemos fama de cabezotas idealistas. Y pocos habrán oído nuestras quejas al respecto.

Además, para rizar el rizo, quisimos que EQUO fuera otro tipo de organización política, mucho más participativa y horizontal que lo que se conocía hasta la fecha. Eso supuso compartir liderazgos, a través de un sistema de coportavoces inédito en España, someterse a elecciones y primarias para todos y cada uno de los órganos de gobierno y listas electorales del partido, hacer listas en cremallera… Suponía que personas con décadas de experiencia debían ponerse al nivel de cualquier otro militante, en un ejercicio de humildad y generosidad que no todas las personas que se acercaron al proyecto fueron capaces de asumir. Algunos de nosotros nos hemos sometido a refrendo hasta seis veces en los últimos cuatro años, pero a otros tanta democracia se les indigestó a las primeras de cambio.

Poniendo todo ello en contexto, no comprendo que a alguien le pueda extrañar que Juantxo López de Uralde dijera ayer durante el debate de primarias (si la memoria no me falla, la quinta votación en la que se somete a la confianza de las bases), que si no recibiera la confianza de afiliados y simpatizantes, daría un paso atrás y reflexionaría sobre su futuro. Muy pocas personas han sacrificado tanto y puesto tanto de sí mismos, de su experiencia, de su tiempo y el de su propia familia, e incluso de sus propios ahorros, en este proyecto que se llama EQUO, como Juantxo López de Uralde. Yo, que lo he vivido muy de cerca, sé lo que eso significa. Probablemente otras personas que se han incorporado a la primera línea mucho después o lo ven desde la barrera no tengan esta perspectiva.

Conocí a Juantxo hace ya muchos años, cuando él era un joven e imberbe tiarrón del norte encargado de las campañas de contaminación y tóxicos de Greenpeace y yo un novato director de la SEO con más pelo y muchos menos kilos. Seguramente incluso le llegué a conocer antes, en alguna asamblea de la CODA, pero la verdad es que no lo recuerdo. Llegamos a ser buenos amigos cuando él ya dirigía Greenpeace y junto a otros pocos planeamos su salto a la política como factor fundamental para la puesta en marcha de un nuevo proyecto verde en España. Su fama, acrecentada por el paso por la cárcel en Copenhague, y su capacidad para comunicar asuntos complejos con una contundencia y simplicidad envidiables eran y todavía son vitales para EQUO. La convivencia diaria durante estos difíciles años de travesía del desierto me ha permitido conocerle muy bien y admirar aún más su valentía, generosidad y entrega a la causa ecologista. Sin duda en este tiempo hemos conseguido sumar a gente muy valiosa al proyecto, algunas con largas trayectorias y otras con menos, e incluso personas que eran desconocidas para el público pero que poco a poco han ido abriendo brecha en su entorno gracias al buen trabajo desarrollado en las confluencias locales. Pero justo en el momento en el que tenemos que abordar el diálogo con las demás fuerzas del cambio para construir una plataforma común para las elecciones generales, no me cabe ninguna duda de que necesitamos toda la experiencia y conocimiento de Juantxo para llevar el mejor candidato posible de EQUO al Congreso de los Diputados.

 

 

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