La verdad es que todavía no salgo de mi asombro. ¿Cómo es posible que los fiscales de una de las democracias nórdicas europeas pidan años de cárcel para unos ecologistas por desplegar una pancarta en una fiesta? Mejor dicho, en el recibidor de una fiesta, porque ni los invitados, ni por descontado la reina de Dinamarca, se llegaron a enterar de la movida de Juantxo y sus colegas de Greenpeace hasta que lo vieron en la tele por la mañana. Es decir las molestias ocasionadas se reducen al espantoso ridículo que hicieron los servicios de seguridad daneses cuando les dejaron pasar con toda tranquilidad.
No hay que menospreciar las cualidades interpretativas de Juantxo y Nora. Daban el pego de ser presidentes de alguna parte, pero que yo sepa su delito se limita a echarle un morro considerable y contener los nervios como campeones hasta que pudieron desplegar las pancartas delante de las cámaras. Y si se trata de morro la verdad es que hay unos pocos de políticos a los que habría que procesar, empezando por todos los que largaron discursos grandilocuentes esa misma mañana en Copenhague. ¿Os acordáis de aquél que dijo «La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento» y luego se ha dedicado a permitir la prórroga de las nucleares y quitarle primas a las renovables?
Cualquier persona razonable piensa, con buena lógica, que esto es un farol de los daneses, que no pueden llegar tan lejos. ¿Cómo les van a encerrar por eso? A estas alturas los europeos hemos visto cientos de numeritos de todo tipo, y normalmente en países realmente civilizados se saldan con una multa y a veces ni eso. ¿Os acordáis del matrimonio que se coló en una fiesta de Obama? ¿O la argentina en bikini en aquella cumbre Europa-América protestando por las papeleras de Uruguay? Por no hablar del impresentable de Jimmy Jump irrumpiendo en el Festival de Eurovisión o en la ceremonia de los Goya. Pero ¿cómo se puede pedir cárcel por una gamberrada, menos aún por el inofensivo ejercicio del derecho a protestar?
Pero mucho ojo, que lo mismo pensábamos muchos en diciembre de 2009, cuando encerraron a Juantxo y sus colegas y al final se chuparon las vacaciones de Navidad en aquel sombrío penal de la segunda guerra mundial ¿Dónde estaba el sentido de humor de los daneses? Pues se ve que se les acabó con el susto que se llevaron con aquella historia de las caricaturas de Mahoma, cuando el editor de uno de los periódicos más importantes de Dinamarca se justificaba diciendo que en su país había «una gran tradición de satíra y humor». A ver si hay suerte y nos toca un juez que siga esa tradición y les pegue un buen revolcón al fiscal, a la policía y al derechista gobierno danés, aunque yo casi que confío más en el buen hacer de José Manuel Marraco y los demás abogados de Greenpeace.
me gustaría que, como dices, todo se saldara con una multa como mucho. pero está claro que hubo transgresiones que son delito. la cuestion es si se va a aplicar la ley (con todo su potencial de rigor), o no, ante un hecho que es más una protesta social que un acto delictivo con beneficio propio.
confío que los acusados saldrán indemnes y que el resto de mensajes a la sociedad son medidas para ejemplarizar y demostrar quien manda.
pero no nos contentemos con la absolucion de los colegas y pensemos la situación porque nos da la realidad de donde estamos. si hubiese carcel, que es lo que propugnan, sería en realidad un caso de presos políticos, lo que es inconcebible en una europa democrática. y espero que no se atrevan a llamarlo terrorismo.
no hemos de olvidar que esa aparente democracia está en cuestión cuando uno de los cargos se basa en el sistema de defensa de la monarquía.
el gobierno danes tiene 13 ministros liberales (centroderecha) y 6 conservadores (populares)
además, copenhague, ecociudad icónica, resulta que finalmente trató a tantos visitantes críticos con represión, intimidacion y vulneracion los derechos ciudadanos elementales (como la manifestación), argumentando medidas previsorias de desorden publico.
la cumbre del clima de copenhague se aproximó en este sentido a lo que ya es habitual en otras convenciones(desde la de Seattle) donde los estados blindan el escenario de esta farsa global.
entonces, en copenhague, esa parodia de ecociudad no es más que un reflejo de la ecología de derechas, conservadora, liberal o como queramos llamarle. bicis, energias renovables, reciclados, etc dentro de una política ecologica del estado de bienestar que vulnera los derechos civiles y la equidad social.
un caso más de falsa democracia como las habituales en el occidente del capital. porque dinamarca está en ese estado de afinidad política.
¿y eso ha tenido repercusion en la ciudadanái danesa? más allá de los afines a greenpeace u otras ongs ecologistas, ¿el ciudadano danes ha protestado por ese brutal ejercicio del poder del estado?
Efectivamente la sociedad y el gobierno danés están tremendamente derechizados y además con problemas en la coalición de gobierno, donde hace poco tuvo que dimitir la Ministra de Inmigración por un tema de unos sinpapeles. Así que unas acusaciones tan exageradas contra Juantxo y los dmás activistas de Greenpeace tienen un fuerte tufo electoralista ante una sociedad muy amante de «la ley el orden». Esperemos que no nos fallen los cálculos y que los activistas del clima no tengan que sufrir una condena a todas luces desorbitada.