Artículo publicado en Efeverde el 27/06/2023
La noticia de la aparición de un lince ibérico en el suroeste de Madrid ha sido recibida con asombro y alegría por todos los medios de comunicación. La recuperación del felino más amenazado venía consolidándose año tras año, y el último censo de 2022, con casi 1.700 ejemplares en toda la península Ibérica es, tras 20 años al borde de la extinción, prueba de que las medidas de conservación, adoptadas en el marco de los sucesivos proyectos Life de la Unión Europea, están superando todas las expectativas. Que los linces estén recuperando territorio por sí mismos es, desde luego, el mejor síntoma de este éxito.
Sin embargo, nos preocupa la dejadez y la lentitud con las que la administración madrileña se está comportando en este caso. El lince de Sevilla La Nueva, avistado unos días después en Boadilla del Monte, no es el primero que se pasea por la Comunidad. Tenemos noticias sucesivas desde 2015 de la presencia de linces procedentes de la hoy boyante población toledana, lo que es tiempo más que suficiente para ir preparando el terreno para su asentamientoy que este pueda conducir al establecimiento de una población reproductora estable. Ya en 2018, hace cinco años, solicité en la Asamblea de Madrid que se redactara un plan de recuperación para preparar el terreno para la llegada del lince.
Aunque haya a quien le parezca increíble, la Comunidad de Madrid tiene zonas idóneas para el establecimiento del carnívoro por su abundancia en conejos, la presa principal del lince. Justamente, la zona del último avistamiento se encuentra en el borde de la Zona de Especial Conservación (ZEC) de los Encinares de los ríos Alberche y Cofio, una de las últimas comarcas donde el lince sobrevivió en el pasado y que hoy ofrece una enorme extensión de hábitat mediterráneo de la mejor calidad y con una gran cantidad de presas potenciales. Es hora de adecuar los planes de gestión de esta y otras zonas para prepararlas adecuadamente para acoger los linces que nos vayan llegando de Toledo, y en particular la revisión de la red de carreteras para hacerla lo más permeable posible.
Es perfectamente conocido que la mayor causa de mortalidad actual de la especie son los atropellos en carretera. Es, por lo tanto, urgente estudiar la red de carreteras de estos espacios para evaluar su peligrosidad y garantizar que existen pasos de fauna adecuados, suficientes y seguros. El mismo razonamiento puede hacerse extensivo al Parque Regional del Curso Medio del río Guadarrama, ya que parece que este corredor ecológico natural es el que está sirviendo de puerta de acceso de los linces a esta comarca de la Comunidad de Madrid. Un Parque que, recordemos, tras 24 años de existencia no tiene plan de gestión conforme a la legislación estatal y autonómica.
Además de las carreteras, conviene evaluar con mayor urgencia si cabe los planes de caza de las fincas y cotos a los que están arribando los linces. La gestión de la caza en Madrid se ha realizado de espaldas a la existencia del lince, pero sabemos por la experiencia de Castilla-La Mancha y de Andalucía que puede interferir de dos maneras muy claras: la mortalidad provocada por disparos accidentales en lances de caza, como batidas o esperas nocturnas, y la generada por un inadecuado control de depredadores. Debe, por lo tanto, revisarse la gestión cinegética de estas comarcas, para minimizar al máximo los riesgos, descartando por completo el uso de lazos o cepos en las zonas más sensibles que sabemos son muy peligrosos para el lince.
Todo ello debe acompañarse de una información y diálogo constante con los colectivos que van a convivir con la especie en el campo, cazadores, agricultores y ganaderos, para que puedan adecuar de forma consciente su comportamiento a la presencia del nuevo huésped. Es importante señalar que el lince es el mejor controlador de depredadores que existe, lo que repercute con rapidez en un incremento de la caza menor en los cotos donde está presente, incluido el conejo del que él mismo se alimenta. Ello no es óbice para proteger adecuadamente los animales domésticos, en especial las aves de corral.
En cualquier caso, la llegada de estos primeros linces a la Comunidad de Madrid es un rayo de esperanza para la recuperación completa de uno de los animales más emblemáticos y característicos de la fauna ibérica. Esperemos que la administración esté a la altura del desafío.