Siempre me han parecido admirables las acciones de Greenpeace. No sólo por tener la enorme virtud de atraer los focos hacia problemas ambientales que de otro modo van quedando relegados en las agendas mediáticas y políticas, sino también por la valentía de los voluntarios que en ellas participan, muchas veces con riesgo real para su propia vida -desde aquellas lanchas que se oponían al hundimiento de bidones radiactivos en la fosa atlántica frente a Galicia-, y otras muchas sabiendo que van a pasar malos tragos con las autoridades, como el ocurrido al «comando de Copenhague» cuando se colaron en la cena de la reina de Dinamarca, o a los que abordaron el submarino nuclear en Gibraltar, y ahora a los 30 de la tripulación del Arctic Sunrise, detenidos por el gobierno ruso en una gélida cárcel de Murmansk.
Admirable determinación y admirable pasión por la defensa de la naturaleza. El Ártico se derrite, año a año, víctima del calentamiento global y de la falta de decisión política de nuestros gobernantes, secuestrados en su mayoría por los mercados y las compañías energéticas. Es el síntoma más evidente de que nuestro planeta está enfermo y que urgen soluciones, pero la sociedad está demasiado aturdida por la crisis económica como para tomar medidas ante la crisis global que tenemos encima. Por eso, la acción del Arctic Sunrise es un electroshock en la conciencia de la gente. Gracias a los 30 detenidos, miles de personas se han parado a pensar en lo que le está sucediendo al planeta, porque treinta voluntarios han puesto en riesgo su vida -un milagro que nadie saliera herido ante los cañonazos y las ráfagas de ametralladora de la armada rusa- y su libertad, por algo que nos afecta a todos. «Algo importante debe estar pasando para que estos de Greenpeace arriesguen tanto».
Por eso, levanto mi blog y proclamo mi solidaridad y agradecimiento a los 30 del ártico, por llevar a las cadenas de televisión de todo el mundo el debate del cambio climático y la necesidad de cambiar urgentemente el uso que hacemos de la energía. Gracias Greenpeace.