Me escribe Luis Jiménez Herrero para despedirse como director del Observatorio de la Sostenibilidad de España. Elegante, como siempre, se despide sin hacer mención a las razones del cierre. Hace ocho años, Cristina Narbona y Luis Jiménez pusieron en pie este instituto de investigación, gracias a un singular convenio entre la Universidad de Alcalá y la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente. En realidad, los ecologistas veníamos pidiendo desde 2002 una Agencia de Desarrollo Sostenible, dependiente del Parlamento e independiente de las demás administraciones públicas, precisamente para que evaluase las políticas aplicadas por éstas, y pudiera señalarlas con el dedo sin temor a ser despedidos o cerrados a las primeras de cambio cuando necesariamente cantara las verdades incómodas. Como en tantas cosas el gobierno de Zapatero se quedó a medio camino, y ahora sufrimos el error de planteamiento. No apostar por una auténtica Agencia de Sostenibilidad ha permitido que el Gobierno del Partido Popular, pueda cerrar el OSE de un plumazo y sin pudor. Al no estar amparado por ninguna normativa, el OSE no es más que un adorno del que se puede prescindir sin mayor coste. Al contrario, se aduce justamente la reducción de costes para cerrarlo.
En fin, la culpa del cierre del OSE no la tiene Zapatero, obviamente, sino, por supuesto, Arias Cañete. Los bienpensantes claman contra la miopía o la ceguera del Ministro, aducen que ha sido muy difícil construir los procedimientos para la elaboración de los informes de sostenibilidad, que el OSE está prestando un servicio muy por encima de su coste, gracias a la profesionalidad de su director y el resto del personal investigador adscrito. Pero todos esos argumentos van en una lógica, la de la sostenibilidad, que no es la de este Gobierno. A estas alturas de legislatura es ya muy evidente que Cañete ha sido nombrado para desmantelar las barreras medioambientales que impiden el libre crecimiento económico hasta donde le dejen las normas europeas. Un Ministro que es capaz de defender una «Ley de protección y uso sostenible del Litoral» que convierte nuestra magnífica Ley de Costas de 1988 en un colador al albur del neoladrillismo. Un Ministro que se ha quitado la careta planteando una reforma de la legislación de impacto ambiental absolutamente infumable. Ese Ministro no puede tener ningún rubor en cerrar una pequeña oficinilla de investigadores independientes de universidad que redactan informes incomprensibles para él y su caterva de aplaudidores. Máxime cuando este Observatorio se atreve a advertir de que estas reformas legislativas son contrarias a la sostenibilidad. El PP está aquí para hacer sostenible la economía, caiga quien caiga, incluidos el 27% de españoles sin empleo y por supuesto -qué tontería- el medio ambiente.
Creo por lo tanto necesario recordar que la palabra sostenibilidad tiene un significado muy diferente del que está siendo acuñado paulatinamente por el PP, en ese goebbeliano ejercicio de neolenguaje. Creo que es necesario recordarlo, porque poco a poco la sostenibilidad está siendo adoptada por políticos y periodistas neoliberales, en una acepción que nada tiene que ver con la original. El Desarrollo Sostenible es un concepto acuñado por Naciones Unidas que advierte que el desarrollo humano cuenta con tres pilares fundamentales: social, económico y medioambiental. Un modelo no es sostenible si no lo es una de estas tres patas. El crecimiento económico, no es desarrollo sostenible. Pero para el PP, «uso sostenible del Litoral», significa «sacar partido del Litoral». «El impacto que ya está hecho aprovechémoslo», dijo el insigne Secretario de Estado tras aprobar la reforma. No seamos tontos, le faltó decir. En la neolengua del PP se atreven a hablar de «medidas de sostenibilidad de la sanidad» para encubrir la privatización de hospitales. Y aprobar un decreto de «medidas fiscales para la sostenibilidad energética» para encubrir el frenazo a las energías renovables. Pero lo que me quedaba por ver es este reciente titular: «El factor de sostenibilidad empobrecerá a los jubilados» (El Heraldo, 28 de mayo). Se refiere por supuesto a la próxima reforma de las pensiones impelida por la Troika. Obviamente no se puede llamar «factor de sostenibilidad» a algo que implica un clarísimo retroceso social, ni pueden ser sostenibles normas que perjudican a las energías limpias o a nuestros paisajes, fundamento además de nuestro desarrollo económico. La sostenibilidad no es sólo cuadrar presupuestos y balances.
Entretanto, nos cierran el OSE. Lo echaremos de menos, pero nos deja una magnífica colección de informes de referencia, en alguno de los cuales he tenido el honor de participar. No le vendría mal a Cañete y su Secretario de Estado leer alguno de ellos y aprender qué es realmente la sostenibilidad.
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Muchas gracias por el artículo Alejandro. Hoy estamos plegando velas definitivamente, y la verdad es que es un día muy triste. Queda ahora seguir con la labor iniciada, en el marco laboral que pueda surgir, esperemos que pronto, jeje, y, por supuesto, personal. Un fuerte abrazo, Pilar
Todo mi cariño Pilar, espero que pronto encuentres un sitio donde se pueda aprovechar toda tu experiencia. Abrazos. Alejandro.